MEXICALI.- Tres intentos y tres strikes. La reforma para crear una gubernatura de tres años fue rechazada por 11 de los 25 diputados que conforman el congreso local, con lo cual el próximo gobernador durará seis años y su mandato se extenderá de 2021 a 2027.

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Sin embargo, en la sesión extraordinaria celebrada este viernes, con una duración que rebasó las cuatro horas, ese tema fue, solamente, la cereza del pastel.

Todo arrancó en forma sorpresiva, con la solicitud de licencia del hasta entonces presidente del congreso, Luis Moreno, quien, minutos más tarde, rendiría protesta como subsecretario de Gobierno en el gobierno de Jaime Bonilla.

Así que su licencia y la unción de Efrén Enrique Moreno Rivera, el suplente de Moreno, fue lo primero que se votó, aprobándose en forma unánime.

Como presidente quedó el hasta entonces secretario de la mesa directiva, Julio César Vázquez.

Quince minutos de receso vinieron a continuación.

Y al volver, el dictamen 47 de la comisión de Gobernación, Legislación y Puntos Constitucionales, el de la gubernatura de tres años, apareció, finalmente, en el horizonte. La coordinadora morenista Montserrat Caballero le dio lectura y en el ambiente flotaba la pregunta de si la fracción guinda ya tenía los 17 votos que necesitaba.

Nadie atisbaba lo que iba a pasar.

El priista David Ruvalcaba fue el primero en alzar la voz contra la reforma, calificándola de “arrebato legislativo”; luego, cuestionó “¿están dispuesto a cargar con los calificativos de corruptos, delincuentes, orquestadores de fraudes a la constitución, violadores de la democracia?”.

Después, la panista Eva María Vásquez fustigó a la bancada guinda: “Les hago un llamado a no incurrir nuevamente en un fraude a la constitución, a no causar mayor afectación y vergüenza nacional a nuestra entidad federativa, producto de la voluntad y capricho de una mayoría legislativa que obedece a los intereses del titular del Ejecutivo del estado, quien poco o nada ha hecho, y menos en estos momentos de pandemia, por los ciudadanos”.

Y agregó: “Los reflectores del país están en nosotros. Este dictamen es una irresponsabilidad, pues a través del imperio de la fuerza y no de la razón, no de un convencimiento democrático, como se pretenden sacar estos caprichos. Es lamentable que, en medio de esta pandemia, cuando todos los bajacalifornianos están luchando por su salud, y la mayoría ya por su vida y su economía, se pretenda hacer esto”.


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Vásquez se encendió y dijo que los que votaran la reforma serían considerados “violadores de la constitución” y les advirtió, perdidos los nervios: “la vergüenza no se la van a acabar nunca”. Mientras tanto, el petista Vázquez, como presidente, intentaba callarla.

Vino el turno del pebecista Rodrigo Otáñez, más elegante, expresando un lema de Coparmex, para argüir su rechazo: “Tanta sociedad como sea posible y tanto gobierno como sea necesario”.

Vinieron las voces a favor de la reforma. La coordinadora morenista, Caballero, insistió en lo del “verdadero empate” entre las elecciones federales y locales, se lanzó contra priistas y panistas, y dijo que en su fracción sabían de “respeto”.

Dado que Caballero dijo que los priistas habían “robado”, el tricolor Ruvalcaba pidió el uso de la voz para revirarle y le espetó: “Si es malo robar, es peor mancillar a la Constitución, porque eso es traición a la patria. Ya no está nadie para andar presumiendo”.

Apareció el morenista Juan Manuel Molina para hacer uso de la voz. Se centró en defender la reforma con el argumento de que la participación en las elecciones estatales era poca y se podía aumentar empatando estas con las presidenciales donde se da la mayor participación. También se lanzó contra el panismo que gobernó y puso paños fríos a las voces que reclamaban la inconstitucionalidad de la norma propuesta.

Víctor Morán completó la triada de defensores morenistas de la gubernatura de tres años. Sincerándose, dijo que con la reforma “se dará continuidad al plan de la actual administración”, confirmando, así, que el objetivo real de la modificación era colocar un gobernador afín que completara los famosos cinco años que buscaba el titular del Ejecutivo bajacaliforniano.

Más voces en contra. El emecista Elí Topete manifestó que la reforma “ofende la dignidad del pueblo bajacaliforniano y, nuevamente, atenta el desarrollo de la democracia”, añadiendo que era una muestra de “abuso de poder y arbitrariedad”.

El perredista Gerardo López expresó: “La homologación de elecciones nunca ordena que se empaten las de gobernador con la presidencial”, recordando que dicho empate comicial ya se da en 2021, por lo cual la reforma atentaba “contra uno de los principios de la democracia, que es la certeza. Para mí, es claro que esta iniciativa trastoca la sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación”.

Agregó: “Mucho ojo, compañeros. Apelo a su sentido de la legalidad. Yo reitero, nos debemos al pueblo, y hay que respetar la ley”. Para rematar, espetó: “Tú más que nadie, compañero Molina, sabes que hay errores en esta iniciativa”.

Mientras López hablaba, Caballero se reía a mandíbula abierta. Los papeles cambiarían después.

Vino entonces la morenista Rosina del Villar, hablando en contra de la reforma. Y, al igual que en comisiones, causó estupefacción en unos y admiración en otros: “Como integrante del movimiento de Morena, creo firmemente que debemos regir nuestra conducta personal y colectiva, bajo principios éticos y valores, que no hay pensamiento único, sino principios democráticos en torno a un objetivo común. Como legisladores estamos para servir al pueblo, a ellos nos debemos, nuestro interés es encaminado hacia el bien común, que es lo que engrandece al estado y hace fuertes a los bajacalifornianos”.

“Lo innecesario e inoportuno de la reforma que se vota, hace que gran parte de la sociedad se polarice y eso debilita a nuestro estado. Compañeros, no estamos aquí para eso, estamos aquí para servir al pueblo, ante la situación que se vive. Es mi convicción y libertad de pensamiento en lo que me baso para decir que esta reforma si se contrapone a la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación”, añadió la diputada rosaritense.

Advirtió que, por ese desacato, diputados y munícipes que votaran en favor de la reforma, podrían ser consignados ante un juez de distrito.

Las sorpresas ya habían empezado y siguieron con la intervención de la también morenista Araceli Geraldo, quien expresó: “Francamente no los comprendo, diputados. Debemos estar a la altura. Tenemos que dar certeza, legalidad y profesionalismo, no dejemos que las pasiones se desborden, y que estos cambios terminen, de nueva cuenta, judicializándose en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Sería muy iluso pensar lo contrario. Tenemos que recordar el pasado, para no repetir los mismos errores en el presente. No dejemos en manos de la justicia lo que a nosotros compete, que es legislar en favor de las mayorías, no de las minorías. Así no, diputados, así no. Les anticipo que mi voto será en contra”.

Morán ya estaba lívido y comiéndose las uñas, al aire, toda compostura perdida.

No hubo ni un orador más a favor tras las intervenciones de Geraldo y Del Villar.

Llegó la hora de la votación. La hora de la verdad.

A favor estuvieron Claudia Agatón, Miguel Ángel Bujanda, Montserrat Caballero, Miriam Cano…

Llegó el turno de Rosina del Villar y votó en contra. 4-1.

Araceli Geraldo vino a continuación y también sufragó en contra. 4-2. En la transmisión se coló un “ji, ji, ji” de Caballero tras este voto. Su sonrisa era socarrona.

Siguieron los votos a favor: Julia González. 5-2.

Y también los votos en contra: Carmen Hernández. 5-3. Caballero ya no río y, tras este voto, su rostro y el de Morán reflejaban preocupación.

Gerardo López, en contra: 5-4.

Y el morenista Juan Meléndrez, sorpresivamente, también en contra: 5-5.

Caballero seguía con el micrófono prendido y le dijo “Meléndrez” a una mujer que le acompañaba y, aparentemente, estaba llevando el conteo de votos. Esta le respondió “¿Meléndrez? Ah cabrón”. La cara de Morán ya reflejaba la derrota.

La gubernatura de tres años agonizaba.

Juan Manuel Molina, Víctor Morán, Efrén Rivera –el suplente de Moreno– y Víctor Navarro votaron a favor: 9-5.

Pero Rodrigo Otáñez, Loreto Quintero y David Ruvalcaba lo hicieron en contra: 9-8.

Vino el turno de Elí Topete. Fue el noveno voto en contra. La estocada. Ya no hacía falta saber cómo votarían los demás. Los 17 votos a favor ya eran imposibles.

Aún así, Trinidad “Trini” Vaca, Ramón Vázquez, María Luisa Villalobos, Julio César Vázquez y Eva Rodríguez, votaron a favor.

Eva María Vásquez lo hizo en contra y Fausto Gallardo se abstuvo.

Marcador final: 14 votos en favor de la reforma, 10 en contra y la abstención del verde Gallardo.

Morena ya estaba partido en dos.

Todo lo que impulsaba la fracción morenista que se pudiera nombrar como bonillista empezó a caer como un castillo de naipes. Al intentar pasar el dictamen sobre las sanciones para los deudores de agua potable, que incluía la clausura de comercios y fábricas por dejar de pagar un solo recibo, la coordinadora Caballero prefirió retirarlo, porque “las condiciones no nos dan” y “evitar que generemos una votación adversa”.

La panista Vásquez y el priista Ruvalcaba olfatearon la división y pidieron que se votara de una vez, argumentando, con razón, que la presidenta de la Junta de Coordinación Política, no podía ordenar que se bajara un dictamen del orden del día. Molina propuso una moción suspensiva, se avaló por unanimidad y ahí quedó el asunto.

A continuación, se votó un dictamen de la comisión de Salud, presidida por Caballero, que rechazaba una iniciativa de Geraldo, para fortalecer la detección de la diabetes. Geraldo criticó el rechazo y fue apoyada por Vásquez.

Entonces, el enfrentamiento de Caballero y Geraldo creció, al reclamarle la primera que no asistiera y remató, notoriamente molesta y perdiendo los nervios: “Me da mucho gusto la coordinación que tiene la diputada panista, Eva María Vásquez, con nuestra diputada (Geraldo), eso nos habla de la pluralidad que existe en nuestro congreso”.

Vásquez le respondió, en igual tono: “Muchas gracias por la felicitación”. El dictamen fue aprobado por 17 votos a favor, cuatro en contra (del perredista López, el priista Ruvalcaba, así como de las panistas Vásquez y Quintero) y una abstención.

Vino luego el exhorto de la panista Vásquez, para exhortar a que la CFE coloque tarifas justas de energía eléctrica en Mexicali. Llevado y traído, porque fue enviado a comisión en una sesión celebrada en mayo, generando polémica. Al final, se avaló con los 19 votos de los diputados presentes.

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