WASHINGTON, (Reuters).- Las autoridades de los Estados Unidos planean comenzar a arrestar a inmigrantes elegibles para deportaciones en 10 ciudades este fin de semana, dijo el viernes a la prensa el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en la Casa Blanca.

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Trump advirtió el mes pasado sobre las deportaciones planeadas, que fueron informadas anteriormente por el New York Times.

Previamente The New York Times había dado a conocer que las detenciones se producirán a partir de este domingo en 10 grandes ciudades.

De acuerdo con ese medio más de 10 millones de inmigrantes irregulares residen en el país, según el centro de investigaciones Pew Research, el 66% de ellos desde hace más de una década.


Las redadas tendrán lugar en Atlanta, Baltimore, Chicago, Denver, Houston, Los Ángeles, Miami, Nueva Orleans, Nueva York y San Francisco, según fuentes de los servicios migratorios citados por la CNN.

Esta vez, han sido fuentes anónimas de la Administración las que han informado del asunto al Times y después han confirmado a otros medios. El objetivo es arrestar a 2.000 extranjeros que ya han recibido órdenes de deportación, pero han permanecido en el país. No está claro el éxito de la operación.

La policía migratoria (ICE, en sus siglas en inglés) no puede legalmente entrar en una casa por la fuerza y, con lo tan cacareado de los arrestos, tiene sentido que los inmigrantes opten por simplemente no abrir la puerta o, si pueden, cambiar de dirección. Las redadas, sin embargo, se desarrollarán durante días y la situación llegará a un punto insostenible.

La expulsión de indocumentados con orden supone una práctica habitual; las redadas, también. Así que el anuncio a los cuatro vientos tiene mucho de declaración política.

El republicano ha hecho de la mano dura con la inmigración una bandera electoral y presiona para lograr una legislación que estreche más los controles migratorios en la frontera, como hizo en su día con la posible expulsión de los dreamers (los jóvenes migrantes que llegaron sin papeles como niños y han crecido en EE UU).

A México, otro actor clave en el desafío migratorio, le amenazó con la imposición de aranceles a todos sus productos si no intensificaba las deportaciones.

El repunte migratorio se debe sobre todo a la ola de centroamericanos que huyen de la miseria y la pobreza para llegar al país más rico del mundo. Fruto del acuerdo con Trump para evitar la guerra arancelaria, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador elevó en un 33% las deportaciones, hasta las 21.912 expulsiones, lo que supuso la cifra más alta desde 2006.

El efecto en la frontera sur parece inmediato: el número de personas tomadas bajo custodia bajó un 28% en junio, hasta las 104.344 detenciones, aunque sigue siendo casi cinco veces más que en el mismo mes de hace dos años.

El pacto con López Obrador también implicó que Estados Unidos puede enviar ahora a algunos de los solicitantes de asilo a México para aguardar allí mientras se procesa su solicitud. Los primeros -alrededor de una docena, según datos de The Washington Post- llegaron esta semana al Estado de Tamaulipas, zona a la que el Departamento de Estado otorga un nivel de riesgo tan elevado como el de Siria o Afganistán y al que por tanto recomienda no viajar a los ciudadanos estadounidenses.

Las redadas tendrán lugar en Atlanta, Baltimore, Chicago, Denver, Houston, Los Ángeles, Miami, Nueva Orleans, Nueva York y San Francisco, según fuentes de los servicios migratorios citados por la CNN. La mayoría opera “ciudad santuarios” para los inmigrantes, es decir, que la policía local no colabora en controles migratorios ni pregunta por su situación salvo que hayan cometido delitos graves, con lo que el conflicto con muchos ayuntamientos está servido.

El miércoles, el director interino de Ciudadanía e Inmigración, Ken Cuccinelli, había advertido a los medios en la Casa Blanca que redadas “desde luego iban a llevarse a cabo”.