MEXICALI.- Hace tres días, su imprudencia acabó con la vida de un pareja… y este miércoles caminará por la calle, libre y, para la justicia, sin culpa.

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Así terminó la historia que comenzó el pasado 5 de enero, a las 2:35 horas, cuando Jorge Alberto Cota López (28), se pasó la luz roja en el crucero del bulevar Benito Juárez y la calzada Independencia, estrellándose contra el vehículo donde iban Paulina Aparicio Ordóñez (38) y David Alejandro Leal Munguía (38).

Cota iba en un Volkswagen Beatle, modelo 2001, color azul; Ordóñez y Leal en un Toyota Corolla, 2007, gris.

Leal, médico de profesión, murió al instante. Cota, maestra de idiomas en la Universidad del Valle de México, agonizó, inconsciente, en el destrozado vehículo.

Todo el derrotero del caso es una lacerante viñeta de injusticia.


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Exhibiendo la miseria humana, otra pareja se acercó al automóvil siniestrado, para robar la visa de Ordóñez y su teléfono celular.

Como el móvil de Ordóñez tenía bloqueo con huella dactilar, la mujer que perpetró el hurto puso el dedo de la agonizante Paulina para liberar el aparato y poderlo usar.

La catedrática terminó muriendo al llegar a las instalaciones de la Cruz Roja ubicadas en el bulevar Lázaro Cárdenas.

Luego, vino una sinuosa indagatoria, por parte de la Fiscalía General del Estado, puesto que, inicialmente, los policías municipales que detuvieron a Cota indicaron que conducía ebrio, pero luego, el Ministerio Público estatal lo desdijo, situación que disminuyó la gravedad jurídica de los dos homicidios culposos que perpetró Cota.

Y finalmente, el martes, Cota fue dejado en libertad por un juez, que acreditó su culpa en las muertes de Ordóñez y Leal, pero únicamente le impuso como sanción la obligación de firmar semanalmente ante las autoridades y no salir de la ciudad.


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