El estado de Florida ejecutó este jueves a Gary Ray Bowles, conocido como el "asesino I-95", quien fue condenado por matar a tres personas y admitió haber matado a varios hombres homosexuales en 1994.

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Bowles, de 57 años, fue declarado muerto a las 22:58 hora local (02:58 del viernes GMT) tras recibir una inyección letal en la Prisión Estatal de Florida, en el condado Bradford, informó Michelle Glady, directora de comunicaciones del Departamento de Correcciones de Florida, de acuerdo con la cadena CNN.

La Corte Suprema de Estados Unidos desestimó una apelación de última hora presentada por su defensa.

Bowles fue condenado a muerte por el asesinato en noviembre de 1994 en Jacksonville Beach (Florida) de Walter Hinton, el último de sus seis crímenes cometidos a lo largo de tres estados de la costa este, en las inmediaciones del corredor de la autopista interestatal 95.

Apodado por las autoridades como "el asesino de la I-95", Bowles mantuvo un común denominador: ahogaba a sus víctimas -hombres con los que se iba a vivir- con diferentes objetos, entre ellos trapos, rollos de papel higiénico, tierra y hasta un juguete sexual.

Los abogados de Bowles habían apelado ante la Corte Suprema para una suspensión, argumentando que Bowles está discapacitado intelectualmente y eso era algo que ningún tribunal había considerado.

El estado argumentó en su respuesta presentada ante el tribunal que los abogados de Bowles no presentaron un reclamo adecuado hasta esta semana. El asunto debería ser, y fue, decidido por un tribunal de apelaciones inferior, dijo el estado.

El Departamento de Correcciones de Florida informó de que en el que ha sido su último día con vida, Bowles no recibió ninguna visita y que su última comida consistió en tres hamburguesas con queso, patatas fritas y tocino.

La de Bowles ha sido la segunda ejecución del año en Florida y la número 13 en todo el país.

Desde que el Tribunal Supremo reintrodujo la pena de muerte en 1976, en Estados Unidos han sido ejecutados mil 503 presos, 99 de ellos en Florida.

Fuente: Excélsior