Todo empieza con un pequeño acercamiento después de una larga jornada de trabajo. Los dos se quedan hasta muy tarde y una cosa lleva a la otra. De pronto sientes unas ganas locas de volver a la oficina al día siguiente. ¡Nunca te había gustado tanto ir a trabajar! La tensión sexual no resuelta se alimenta de miradas fuera de lugar, roces en el elevador o pequeñas excursiones en privado inventando cualquier excusa. Y delante de todo el mundo, pero sin que nadie se de cuenta, le metes mano por debajo de la mesa en medio de una reunión.
Conversaciones candentes por el chat de Gmail, insinuaciones, albureos, propuestas indecentes que se ocultan en forma de broma... Lo que va a pasar es muy obvio.
Bien dice el refrán que no es cagues donde comes. A mí personalmente me da mucha rabia oír eso, ¿acaso sirve de algo que te adviertan si la carne es débil? Tener ondas con tu jefe es realmente excitante y no todas las relaciones jefe-empleado acaban mal.
Según nos explica Noelia Sancho, experta en psicología cognitivo-conductual, "cuando no se dan los mismos intereses por parte de los dos miembros empiezan las complicaciones. Entonces ya no hay sexo que valga, sólo malos entendidos, conflictos por temas más personales que laborales, conversaciones fuera de lugar y llenas de reproches. Los primeros síntomas ante esta situación son la labilidad emocional, la falta de concentración, tristeza, enojo... Pero enseguida pasan al área laboral. Evitar las reuniones comunes, ausentarse del puesto, tareas peor realizadas, chismes entre compañeros..."
Según Sancho, "cuando una pareja que trabaja junta termina, la gravedad de las consecuencias depende también del tiempo e intensidad de la relación. En general, a pesar de que cada relación es distinta, lo mejor ante esta situación sería poner distancia o cambiar de puesto. Si esto no es posible ayudaría cambiar las rutinas para no coincidir durante un tiempo y restringir las relaciones con esa persona a lo estrictamente laboral. Después es muy importante encontrar motivaciones positivas fuera del trabajo que sirvan de distracción y de satisfacción".
Después de escuchar las palabras de la psicóloga, empecé a buscar casos de gente, hombres y mujeres, que hayan experimentado esta situación para que me expliquen su propia versión de los hechos*.
¿Es posible tener sexo con tu jefe y que esto no repercuta en tu trabajo? ¿Pueden llegar a buen puerto las relaciones sentimentales con tus superiores? ¿Qué pasa cuando uno de los dos corta?
Reporte completo aquí: Vice