CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Carlos Urzúa se ve de buen humor. Pareciera que su renuncia a la Secretaría de Hacienda, el pasado martes 9, sólo es un dato más en su biografía. No hace falta sacarle las palabras con tirabuzón: tiene muchas ganas de hablar. Lo hace como siempre: intercalando anécdotas graciosas y con numerosas digresiones.
Habla de cómo conoció al presidente Andrés Manuel López Obrador y cuenta de qué manera evolucionó su relación, hasta que éste lo invitó a formar parte de su gabinete. En esta entrevista, la primera que da desde su renuncia, le pone nombre y apellido a las críticas que en su carta mencionó indirectamente.
El principal conflicto de interés de este gobierno, asegura, se llama Alfonso Romo Garza. Él mismo nombró a los titulares del Sistema de Administración Tributaria (SAT) y la banca de desarrollo.
Sus diferencias con el actual presidente comienzan por el tema fiscal, donde Urzúa considera necesaria una reforma que permita reducir la desigualdad y hacerse de más fuentes de recursos. Asegura que el principal problema de este gobierno es su voluntarismo. Cuenta que no estuvo de acuerdo con la cancelación del aeropuerto de Texcoco y critica el objetivo de construir Dos Bocas en lugar de promover la exploración y producción de crudo.
No revela la razón última de su salida, pero dice que mucho tuvo que ver un diferendo con el director de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett, derivado de su intención de incumplir el contrato por el cual se construyó el gasoducto submarino Sistema Sur Texas-Tuxpan. Alerta que una disputa legal con las empresas involucradas podría dejarnos sin fuentes de energía un buen tiempo, además de poner en peligro la entrada en vigor del T-MEC.