AGENCIAS.- El efecto de las emociones en nuestra piel es incluso más evidente que el que provocan la contaminación y el sol.

Es común pensar que solo la comida chatarra y efectos externos pueden dañar la piel, sin embargo las emociones dejan huella en nuestra piel.

Esto es un principio de la psicodermatología, ciencia que explica el vínculo entre la mente y la piel, estudiando la causa psicológica de algunas patologías dermatológicas.

De acuerdo con esta ciencia el estrés continuo es uno de los males que aquejan a gran parte de la población mundial, puede provocar dermatitis atópica, psoriasis y acné.

La psicodermatología afirma que todas las emociones tienen un efecto inmediato sobre la piel, debido en gran parte a las hormonas se liberan.

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Amor, aliado de la piel

Es común escuchar que las personas que viven una situación o etapa de felicidad “irradian luz”. Esto no es una mera apreciación, sino una realidad.

Según la ciencia, en el caso de los enamorados el organismo libera oxitocina, conocida también como la 'hormona del amor', que tiene efectos muy positivos en la piel, como reparar las células y hacer que reciban mayor cantidad de oxígeno, produciendo un efecto anti-edad.

Asimismo, regula los niveles de cortisona, hormona relacionada con el estrés y sus efectos nocivos.

El amor también tiene un efecto negativo

Pero así como el amor genera felicidad, también puede provocar una profunda tristeza, por ejemplo, cuando una relación termina. Es tal el sufrimiento de muchos, que deciden recluirse en sus habitaciones, impidiendo que su piel genere vitamina D, por efecto de los rayos solares. También, ese estado melancólico provoca que los vasos sanguíneos se constriñan y la piel se ponga pálida.

Y para los que pasan días y noches llorando, los daños son peores: se acentúan las arrugas alrededor de los ojos, mientras los minerales de las lágrimas pueden deshidratar la piel.

Preocupaciones, fuente de cortisol

Quienes sufren episodios de ansiedad, preocupación o miedo, generan cortisol, que en niveles elevados provocan la inflamación de las células cutáneas y eleva la secreción de sebo, que a su vez puede provocar acné.

También, esta hormona puede disminuir el ácido hialurónico y el colágeno de las células cutáneas, provocando sequedad en la piel y en consecuencia, más arrugas.

Finalmente, el cortisol debilita el sistema inmunológico, haciendo que el organismo sea más propenso a sufrir alguna enfermedad.

Estrés en el trabajo

El tránsito vehicular, los hijos, el trabajo… En la actualidad son numerosas las causas del estrés, pero lo más notorio son sus efectos en la piel: ojeras y un tono grisáceo que da un aspecto de cansancio permanente. Todo a causa del cortisol.

El estrés también genera tensión muscular facial, provocando expresiones prolongadas como el entrecejo fruncido o las cejas levantadas. La consecuencia: arrugas más profundas.

Nervios con resultados positivos

Cuando hay nervios por una situación positiva, como recibir un ascenso, ganar una competencia, los efectos en la piel son positivos: se genera adrenalina y los pequeños vasos capilares que recorren la piel se dilatan, dando un tono rosado a las mejillas, así como una apariencia más hidratada a la piel.