URUAPAN.- Adela Montes nunca imaginó lo que encontraría cuando le informaron que algo le había pasado a sus hijos, al llegar al local de maquinitas donde ambos jugaban antes de ser masacrados encontró el cuerpo de su hijo mayor sobre el del menor, como intentando protegerlo.
Ricardo Sandoval Montes, de 21 años, murió de varios disparos en el cuerpo. Su hermano, Héctor, de 15, está en un hospital privado donde su estado de salud se reporta grave.
Adela es ama de casa y vecina del Barrio de La Magdalena, vive a una calle del local de videojuegos donde el lunes fueron asesinadas a tiros nueve personas y dos más resultaron lesionadas. Entre las víctimas están sus dos hijos.
Para Adela esto que vive es indescriptible: “Tengo destrozado mi corazón”, lamenta.
“Ahí estaban mis hijos, sin deberla ni temerla. Estaban como cualquier joven de aquí, jugando maquinitas. Mis hijos son buenos”, asegura para El Universal.
La mujer asegura que el lunes esperaba a sus hijos para hacer una carne asada cuando les llamó y nunca contestaron, luego recibió la noticia de que algo les había ocurrido, ella pensó en un accidente en moto, pero la realidad distaba de ello.
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“Entonces corrí con mi otro hijo, el mayor, y cuando damos la vuelta a la calle, lo primero que vimos fue una masacre. Vi a mis hijos tirados en el piso”, narra.
Adela afirma que encontró a su hijo Ricardo encima de su hermano menor (estudiante de secundaria), parecía que quería protegerlo de las balas.
“Lo levantamos con mi otro hijo y vimos que tenía vida todavía. Me dice mi hijo: ‘Mamá, está vivo, vamos a llevárnoslo’. Quisimos abrazarlo, pero no pudimos y nadie nos ayudaba ni la policía”, describe.
Después le confirmaron que Richie estaba muerto por disparos en la cabeza, y que Héctor, protegido por el cuerpo de su hermano, sobrevivió a pesar de tener varios impactos de bala.
Adela Montes afirma que el nivel de violencia que actualmente se vive en Uruapan ya rebasó a las autoridades y que este ataque armado fue una muestra de esa crueldad.
“Ya da terror salir. Yo por eso les decía que no anduvieran mucho en la calle.
A Adela se le quiebra la voz y llora cuando recuerda a su hijo asesinado, quien entrenaba box, salía con jóvenes de su edad y estaba a punto de iniciar su propio negocio.
De Héctor, la madre señala que los doctores le dijeron que deberá esperar 72 horas para conocer qué posibilidades tiene de vida.
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